"Las
protestas populares se deben principalmente a la insatisfacción
económica", dice la activista Sepideh Hassanzadeh desde Teherán, cuyo
verdadero nombre se resguarda para mantener su seguridad. Hablar con un
periodista extranjero es altamente peligroso, incluso puede costarle la vida, pero contar su
versión sobre el contexto social iraní parece ser más importante. Hassanzadeh
es médica y ahora está realizando un doctorado en Sociología; las autoridades
podrían localizarla fácilmente.
"La
acumulación de demandas económicas y
la ausencia de respuestas del Gobierno han llevado a la ira y al descontento entre las clases más
bajas de la sociedad", asegura la entrevistada.
Asimismo,
Sepideh sostiene que en Irán "no hay tolerancia para escuchar las voces de
los manifestantes disidentes", aunque Rohaní expresó públicamente que el pueblo iraní tiene pleno
derecho a manifestar su crítica e incluso a protestar. Sin embargo,
Amnistía Internacional asegura que "las autoridades reprimen el derecho a la libertad de
expresión, de asociación y de reunión pacífica, deteniendo
arbitrariamente y encarcelando por cargos imprecisos relacionados con la
seguridad nacional a quienes expresan críticas de forma pacífica".
"EE.UU. solo empeora las condiciones"
La primera
reacción del Gobierno persa fue acusar a Estados Unidos, Arabia Saudita e
Israel de fomentar los disturbios en
el país teocrático. Con el apoyo explícito a los manifestantes por parte del
líder norteamericano, Donald Trump, y el mandatario hebreo, Benjamín Netanyahu, a través de medios masivos y redes
sociales, resulta difícil refutar la hipótesis de injerencias extranjeras fomentando el desorden local.
No obstante,
para Hassanzadeh esta teoría es "una alucinación y una estrategia para silenciar a los manifestantes, que son
completamente independientes". A su vez, sostiene que "algunos
actores, como EE.UU., afirman que apoyan los reclamos pero solo empeoran las
condiciones". Para cerrar su idea, la protestante expresa que "la
sociedad iraní necesita cambiar sus estructuras económicas y políticas", y
suma: "Las clases pobres y medias se enfrentan a muchos problemas como el
desempleo, las desigualdades sociales y la falta de libertades
individuales".
Algunos actores, como EE.UU., afirman que apoyan los reclamos pero solo
empeoran las condiciones.
La
dificultad para acceder a la información desde otras partes del mundo sumado a
los intereses de la geopolítica impuesta por las grandes potencias, produce que
los acontecimientos generados en aquella nación se reproduzcan de forma
recortada e incluso tergiversada. Al respecto, RT recopiló imágenes falsas difundidas en la red y
vinculadas a las manifestaciones, pero que en verdad se correspondían con
protestas de otras latitudes, como la ocurrida hace pocas semanas en Buenos
Aires contra la reforma previsional de Mauricio Macri.
Muchas
historias incomprobables giran en torno a Irán desde que la Revolución Islámica
tomó el poder en 1979. En Occidente, se repiten algunas ideas que suenan
alocadas, como la existencia de un cuerpo especial de la Policía destinado a
controlar las costumbres de su población y el uso de vestimenta apropiada.
Sin embargo, lo
que parecía ser un mito intrincado, es real, y Sepideh disipa las dudas:
"Hay restricciones y control estatal sobre la ropa y el estilo de vida de
la población, especialmente en las mujeres. Estas restricciones se aplican a
través del control externo y el control interno. El control interno está
conformado por el proceso de socialización, y el control externo se lleva a
cabo por ley y la Policía. Durante el período de Rohaní, la Policía que
controla la ropa de las mujeres, llamada Gashte Ershad, se redujo",
explica.
"La clave es ver cómo se capitaliza el descontento social desde las
potencias internacionales".
A pesar del
contexto restrictivo, el politólogo argentino Ehsan Sherbi sostiene que la base
del conflicto no reside en la falta de libertades individuales, sino que tiene
un fundamento netamente económico:
"Si te lo ponés a analizar, son las mismas protestas que surgen en los
países emergentes, como Argentina. Si ves las temáticas, tienen que ver con
inflación y que haya nuevas oportunidades económicas para los jóvenes.
También
con la corrupción en la burocracia. Hablamos de Estados que quedaron a nivel
organizacional oxidados o antiguos".
Sin embargo,
va más allá: "Hay un modelo social que no permite renovación y recambio,
se mantiene constante en el tiempo. Las nuevas camadas reclaman otros
paradigmas de vida, que en Irán no se permiten".
Desde un punto de vista
más analítico que el de la activista, Sherbi subraya que "la clave es ver
cómo se capitaliza este descontento desde las potencias internacionales en el
juego del Medio Oriente, con las injerencias
de EE.UU., que se deben directamente a una oposición al Gobierno de
Rusia".
En el ámbito
de la política, los expertos llaman Estados fallidos a aquellos que se muestran
institucionalmente débiles y están sujetos a posibles irrupciones de actores
externos. Lejos del término, el experto considera que Irán "está demostrando ser
un Estado que se fortalece día a
día", y explaya: "Desde la nueva estrategia que tiene Irán de
influenciar en los países del golfo Arábigo —también llamado golfo Pérsico—,
pero principalmente en Yemen, Qatar, Siria y el Líbano, se está convirtiendo en
un gran actor de Asia entera, no solo en Medio Oriente".
¿Qué se puede esperar?
Según Ehsan,
hay dos escenarios posibles ante el conflicto iraní: "Puede ser que el
Gobierno empiece a tener una mirada más aperturista para su sociedad,
incorporando a diversos sectores, mejorando la calidad de vida y generando
oportunidades laborales. Esto sería muy difícil por el contexto inflacionario
global", comenta el especialista. A su vez, interpreta otro posible
desenlace, mucho más drástico: "Puede
aumentar la escalada y que intervengan actores políticos apoyados
por potencias extranjeras que pretendan debilitar al régimen iraní, esto se vio
mucho en las primaveras —o revueltas— árabes".
No son pocas las Administraciones que verían con buenos ojos un cambio de
autoridades en el país chiita.
Sobre este
hipotético final, Sherbi señala que "muchas veces la desestabilización viene por la
incapacidad propia de sostener un régimen", y profundiza sobre los países
presuntamente involucrados: "Ante un actor disruptivo o diferente, siempre
van a haber presiones de afuera.
Los actores pueden ser principalmente EE.UU., Arabia Saudita o Israel. Pero no
descartemos a las potencias europeas". Con respecto a los saudíes, resalta
que actualmente se enfrentan a los hutíes en Yemen, grupos "apoyados
por los iraníes". No son pocas las Administraciones que verían con buenos
ojos un cambio de autoridades en el país chiita.
Según el
entendido, "los agentes externos pueden participar en la generación de
distintos grupos políticos que desestabilicen al Gobierno de Irán y estos
sectores, que no tienen que ver con lo religioso, sean apoyados por potencias internacionales a
nivel económico y financiero para poder mover el dinero en el mundo, pero
también militar, logístico y propagandístico", comenta, y ejemplifica:
"Como pasó en Siria, Túnez, Libia o Egipto".
Sobre ello,
resalta que "las protestas sociales muchas veces son capitalizadas por
grupos, bancados desde afuera de distintas maneras, pero el componente armado siempre hay que
considerarlo", y opina: "Los voceros de Irán lo tienen muy en cuenta,
por eso manifiestan que se genera el clima para una guerra civil a futuro".
Ante la
iniciativa de EE.UU. de tratar la tensión de Irán en el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, destaca: "Eso no va a prosperar. Rusia se negaría
rotundamente porque es un socio, Irán, aliado de sangre en el conflicto en
Siria, y China también, que está más cerca del país islámico que otros miembros
del Consejo".
A su vez,
dice que "Rusia trata de mantener su influencia en la región", pero
destaca: "La lógica de la paz
rusa es tangible, se puede palpar por su éxito en Siria, a diferencia de
EE.UU.". Por último, repasa: "Si decimos que el ISIS fue
militarmente derrotado, es gracias a que el Gobierno de Putin intervino y
reguló las injerencias de otras potencias que aportaban medios para que el
Estado Islámico pueda sostenerse". ¿Pasará lo mismo en Irán?
Juego de espías
"Por
favor, no pongas mi nombre original", repite tres veces una especialista
en psicología desde Irán, consultada especialmente para esta nota. "Pueden
acusarme de espía y matarme", explica, sin vueltas. Simin Frasati —así se
llama solo en este artículo—trabaja para un reconocido exfuncionario de su
país; en caso de ser descubierta hablando con la prensa extranjera, podría
despedirse de este mundo. Así las cosas, responde las preguntas por chat y
asegura que está conectada mediante una red privada virtual (VPN, por sus
siglas en inglés), ya que el
Gobierno "filtra las conexiones". De esta forma se siente más
segura. Sin embargo, aclara: "Mándame las preguntas todas juntas; desde
que empezaron los disturbios Internet se interrumpe varias horas al día".
Entonces,
Frasati realiza su análisis: "Gran parte de la clase media y opositores
críticos del régimen no se conectan objetivamente con el movimiento, aunque
intervienen en su controversia mental. Hablamos de una clase social que, aunque
critica al Gobierno y se opone a sus prácticas, no apoya su derrocamiento". A medida que avanza en su
explicación, el conflicto parece complicarse todavía más: "Muchos salieron
del discurso del Movimiento Verde —masivas protestas opositoras tras las
elecciones de 2009—, pero hay un grupo de opositores que están como espectadores. Dicen que las recientes
protestas no tienen un líder o una demanda clara, o que en la confusión del
mundo actual y el peligro de Trump y Arabia Saudita, deberían preocuparse
fundamentalmente por su seguridad interna. Así que, aparte de los partidarios
del régimen, los reformistas y manifestantes opositores, hay un grupo que no
puede ser visto como una de estas tres corrientes: los 'sideliners'".
Para la
especialista, la participación de este cuarto grupo es fundamental para la
continuación de las protestas y su resultado final. "Si se unen al
movimiento actual, las ecuaciones varían mucho y las condiciones se
revolucionan", opina. Por otro lado, considera que "esta nueva
situación no tiene la solidaridad social que vimos en el Movimiento
Verde", y agrega: "Las controversias
dentro del pueblo entre los defensores y opositores del movimiento
actual están aumentando, como las manifestaciones en la calle".
Por último,
concluye: "La situación es tan complicada que todos los expertos políticos
y sociales están confundidos. Los reclamos al principio fueron económicos, pero
cambiaron rápidamente a consignas fundamentales contra el régimen. Sin embargo,
no hay solidaridad entre las diferentes comunidades y clases sociales. Está
surgiendo un nuevo período histórico en Irán y sus características ahora son
ambiguas". Mientras algunos dirigentes políticos comentan la
situación por Twitter, muchos iraníes la viven en las calles.
Leandro Lutzky (rt.com)
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